No solo se trata de hacer oración, sino de saber a quien nos dirigimos y por qué lo hacemos. Cuando hacemos oración ¿A quién la hacemos? Estrictamente la oración podemos dirigirla a Dios en su Santísima Trinidad, a la Virgen y podemos pedir la intercesión de los santos y a los ángeles para que presenten nuestras oraciones al Señor.
Nuestras oraciones deben ser dirigidas a Dios, Trino y uno. A Dios Padre le dirigimos nuestra oración, como lo establece el Catecismo de la Iglesia Católica “No hay otro camino de oración cristiana que Cristo. Sea comunitaria o individual, vocal o interior, nuestra oración no tiene acceso al Padre más que si oramos “en el Nombre” de Jesús. La santa humanidad de Jesús es, pues, el camino por el que es Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre (CEC 2664).
El motor fundamental de la oración es el Espíritu Santo, pues siguiendo nuevamente el Catecismo “Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino por influjo del Espíritu Santo” (1Co 12, 3). Cada vez que en la oración nos dirigimos a Jesús, es el Espíritu Santo quien, con su gracia preveniente, nos atrae al camino de la oración. Puesto que Él nos enseña a orar recordándonos a Cristo, ¿cómo no dirigirnos también a él orando? Por eso, la Iglesia nos invita a implorar todos los días al Espíritu Santo, especialmente al comenzar y al terminar cualquier acción importante.
Equipo Paulino
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