Francisco nació en el año 1182 en la localidad de Asís, actual Italia. Hijo de un comerciante muy rico y una madre de familia noble. Tuvo una vida bastante desordenada en su juventud, haciendo uso de la ‘fama’ con que gozaba en su ciudad, derrochando dinero en diversiones vanas.
En medio de su desequilibrada vida ocurrió un altercado entre su ciudad y la ciudad de Perugia, cayendo él en la cárcel. La cual vivió sin ningún problema, sin embargo luego de esto cae gravemente enfermo, lo que lo hace reflexionar sobre su vida de excesos, y comienza a madurar en su vida espiritual.
Comentan los historiadores que posterior a estos sucesos, Francisco decide alistarse en el ejército, compra una hermosa armadura y, camino a los ejercicios se encontró a un pobre el cual no tenía ropa; el valiente caballero decidió entregarle su armadura y desde entonces no fue el mismo.
Comenzó a vivir una vida religiosa de mortificación, penitencia y limosna. Visitaba hospitales, cuidaba enfermos, daba comida a los necesitados y, según se cree, un día vio a un leproso en el camino y lo besó.
El 24 de febrero de 1209 mientras Francisco se encontraba en la santa misa, recibió el llamado de servirle más plenamente al Señor y dejándolo todo, decidió fundar su propia congregación basada en los votos de la pobreza, obediencia y castidad; recibiendo aprobación por parte de la Iglesia en el año 1210 de manos del Papa Inocencio III.
Su congregación atrajo muchos adeptos, entre ellos a la santa Clara de Asís, quien con el tiempo se encargaría de la rama femenina de los ‘franciscanos’.
Finalmente, Francisco murió el 3 de octubre de 1226 a causa de la malaria y las consecuencias de sus prolongados y estrictos ayunos y sacrificios. Fue canonizado en 1228.
Hay una oración muy famosa y bonita que se le atribuye al santo ‘de los pobrecitos’ la cual invitamos a realizar, es la oración por la paz:
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
San Francisco de Asís es el santo patrono de la pequeña comunidad eclesial de Hermógenes López en nuestra parroquia.
Gabriel Ceballos
gc4ceballos@gmail.com